La OIV pone en práctica sus 5 ejes estratégicos
El Plan Estratégico 2015-2019 tiene la ambición de responder lo mejor posible a las diferentes preocupaciones relacionadas con el cultivo de la vid y sus productos derivados. Éste se inscribe en la continuidad del último plan estratégico (2012-2014), durante el cual unas sesenta recomendaciones (incluidas prácticas enológicas, métodos de análisis y otras recomendaciones en materia vitícola) han sido evaluadas por una comunidad de expertos internacionales y adoptadas por los países miembros. Por otro lado, nuevas categorías de productos vitivinícolas así como sus reglas de presentación han sido definidas y adoptadas igualmente.
La OIV se encuentra en una posición principal para ofrecer a los países productores y consumidores de vino los datos necesarios para elaborar reglamentos vitivinícolas que minimicen los obstáculos al comercio, promuevan una producción sostenible y protejan a los consumidores. La OIV deberá garantizar que su trabajo esté basado en datos científicos sólidos. Por consiguiente, llevar a cabo un análisis continuo de sus resoluciones es un aspecto importante en el trabajo de la OIV.
Como una verdadera hoja de ruta, el plan quinquenal 2015-2019 se articula alrededor de los cinco ejes estratégicos siguientes:
1. Fomentar una vitivinicultura sostenible.
En el marco del desarrollo del viñedo y de las evoluciones de la viticultura convencional, la OIV quiere promover una viticultura sostenible. Con esta finalidad, la OIV considera y reacciona de cara al reto del cambio climático; caracteriza y evalúa los principios y los métodos de producción de uvas, vino y otros productos y analiza su eficacia económica, considerando los procedimientos de las empresas en materia de responsabilidad social. La OIV se asegura de proteger y optimizar el uso de los recursos naturales y la sostenibilidad de los terroirs vitícolas.
2. Fijar las especificaciones y reglas de autenticidad de los productos vitivinícolas.
Con el objetivo de categorizar los productos vitivinícolas, la OIV promueve los principios de buenas prácticas reglamentarias y elabora recomendaciones de las prácticas enológicas y métodos de análisis. Asimismo, la OIV define las formaciones profesionales dentro del sector.
3. Aprender las evoluciones del mercado y la dinámica de la cadena de valores.
En el contexto del crecimiento de los intercambios internacionales dentro del sector vitivinícola y con el fin de comprender la dinámica del sector, la OIV desarrolla sistemas de intercambio de datos y de análisis estadístico y facilita la identificación de las tendencias del mercado a través de la cadena de valor.
4. Participar en la seguridad del consumidor y tener en cuenta sus necesidades.
Basándose en la evaluación y en opiniones científicas, la OIV participa en la seguridad sanitaria de los productos vitivinícolas, evaluando las tecnologías innovadoras y los aspectos fisiológicos y nutricionales vinculados con el consumo de productos vitivinícolas, así como de los factores socioculturales. La OIV quiere también garantizar la coherencia en cuanto a trazabilidad y etiquetado.
5. Reforzar la cooperación internacional y el liderazgo de la OIV.
En su calidad de organización intergubernamental, la OIV favorece la cooperación internacional y la participación en sus trabajos de los Estados Miembros y de los Observadores. La OIV facilita la producción científica, valorándola con una comunicación adecuada.
Fuente: OIV